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Es sólo rock and roll, pero me gusta

Alexis Langagne, director de HP México, Emilio Tamez, gerente regional de ventas en Riverbed y Carlos San Román, director comercial de AMD, son sólo algunos de los personajes conocidos en el canal de distribución, quienes además de destacar dentro de la industria TIC, también lo han hecho en la historia del rock mexicano.

Amor al arte
La música es una obra de arte, de ahí que muchas personas gusten no sólo de escuchar, sino de tocar algún instrumento. Seguramente dentro de cada empresa hay un músico que por trabajo u otras circunstancias lo ha dejado de lado o lo sigue haciendo por hobby los fines de semana con sus amigos.
A la memoria vienen personajes del canal como Héctor Lara, director de Synnex, Rogelio Castro, director de Grupo Dice, David Garza, director de tecnología en AMD, José Luis Domínguez, gerente en México de Sandisk o Javier Flores, encargado de relaciones públicas en Ericsson, de quienes se sabe su gusto por el rock y en algún momento de su vida se sintieron atraídos por los instrumentos musicales. El mismo caso de Jesús Meza y Mario Juvera, profesionales de las relaciones públicas que ofrecen servicios a empresas de tecnología.

Del heavy a la QBand
Una de las historias de este reportaje la vivió Alexis Langagne, quien desde niño escuchaba música de los Beach Boys y The Beatles, pero a los seis años surgió su verdadera inquietud por tocar la batería. “Cuando escuché a Queen decidí que quería tocar ese instrumento, nadie en mi familia era músico, entonces pasé año y medio averiguando dónde podría tomar clases, cuando empecé, duré dos años sin tener una batería”, compartió.

Sus primeras clases las recibió del maestro Ángel Sánchez, un músico que acompañó a Agustín Lara en varias de sus presentaciones. Más tarde su inquietud por seguir aprendiendo aumentó, “averigüé quién era el mejor baterista de ese momento en México, me recomendaron con el maestro Álvaro López, con quien tomé clases casi tres años”. El directivo indicó que combinó dar y recibir clases entre los 12 y 22 años, “algunos de mis alumnos ya son profesionales”.

Su primera presentación fue en la secundaria a los 12 años, ejecutando el tema “El hombre del brazo de oro”.

A la edad de 15 años empezó a formar parte de grupos, siendo “Brahma” el primero, con el que tocó rock progresivo. Posteriormente se integró a la agrupación “Santo Oficio” con el que grabó un disco y pisó varios escenarios.

Cuando formaba parte del grupo Santo Oficio, Yamaha hacía un concurso de bandas de México llamado “Band Explosion”, la primera vez que participó fue en 1986 y fueron finalistas, el evento se realizó en el Polyforum Siqueiros.

Anecdotario
En 1987 volvió a participar con el mismo grupo, en el Centro Cultural Ollin Yoliztli; sin embargo tampoco obtuvieron el primer lugar.
“Al siguiente año me llamó el que era guitarrista me preguntó si quería entrar al concurso otra vez, después de dudarlo mucho decidí participar, formamos al grupo el guitarrista, el tecladista e invitamos a Salvador Aguilar, quien más tarde se haría famoso por formar parte del grupo Coda.
Armamos la maqueta, pero nos conocimos hasta después de haber enviado la pista y ser aceptados”.
Posteriormente se reunieron a ensayar hasta que pasaron a la segunda ronda y luego a la final. “Ganamos y el premio fue participar en Japón, también nos invitaron a tocar en Rockotitlan, en Insurgentes Sur 953, ahí la regla era tocar música en español y original, nos encerramos casi un mes a componer 10 canciones y perfeccionarlas para ejecutar el set completo”.
Langagne aseguró que ir a Japón en enero de 1999, fue el premio a  su dedicación a la música a la edad de 21 años.

Cabe mencionar que en esa parte de su vida, iba dos años adelantado en la escuela y cuando terminó la preparatoria a la edad de 17, decidió dedicarse un año  completo100% a la música, “tomaba clases y ensayaba cuatro o cinco horas por la mañana y cuatro o cinco más por la tarde, así durante ese tiempo”, afirmó.
Aunque la música siempre le agradó, también lo fue la ciencia, la física y las matemáticas, “son una pasión y a pesar de que en mi casa me apoyaban por ser músico, yo sentía que me hacía falta llenar la parte intelectual, y fue gracias a una charla con mi hermano quien me sugirió ingresar a la escuela y así fue que estudié en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) la carrera de ingeniería física”.

El directivo considera que su mejor momento como músico desde el punto de vista creativo, tiempo, pasión y entrega fue con el grupo Brahma, “hacíamos canciones de 20 minutos, progresivas, con compases de jazz complejos; sin embargo, cuando yo sentí que sí alcanzamos un nivel de madurez y además, recibir una recompensa, por decirlo así, por todos los años que le dediqué a la música fue con Valkiria”.

“No tuve la oportunidad de escuchar en vivo a Alexis Langagne, pero siempre existió ese respeto, una vez cubrí una entrevista cuando él estaba en Compaq y tenía en su oficina una réplica de una batería en miniatura, muy entusiasta y después organizando la QBand, con esa actitud de rockero con la innovación en la industria”: Mario Juvera, músico.

Qband
Siendo director comercial de Compaq, hace aproximadamente 15 años, el entrevistado reabrió otro capítulo musical con la Qband, un grupo conformado por empleados y dos músicos profesionales como invitados.
La Qband tocaba covers de rock en español e inglés, amenizaron una cena de fin de año de empleados, después otra para distribuidores, posteriormente fueron invitados por Microsoft y SAP a sus eventos. “Después de tres años de estar tocando nos invitó el corporativo de Compaq a tocar en el Kick Off 2000 en Las Vegas, un concierto de hora y media para 3000 personas, en el Caesars Palace de Las Vegas. El CEO de ese entonces, Michael David Capellas, se subió al escenario y nos presentó”.

Cuando se fue a vivir a los Estados Unidos, hace 12 años, la Qband ejecutó tres conciertos de despedida en el hoy desaparecido Hard Rock Live de la Ciudad de México con los boletos pagados.
Alexis Langagne adelantó que muy pronto abrirá un nuevo capítulo en la música a lado de su ex compañero en Valkiria, el tecladista Carlos Salomón.

Alexis Langagne

Conceptuando a la luna
No muchos saben que el actual gerente regional de ventas en Riverbed, Emilio Tamez, fue el primer bajista de la agrupación musical “La Concepción de la Luna”, cuyo sonido definió como gótico y progresivo.

Originario de Monterrey, Nuevo León, a la edad de ocho años escuchaba a Kiss, Quiet Riot y Van Halen, “el rock me gustaba mucho, después entre los 11 y 12 años fui fan de Information Society y la agrupación británica Duran Duran”, afirmó que disfrutaba el sonido del bajo de John Taylor, su mayor influencia.
Cuando ingresó a la preparatoria, él y unos de sus amigos decidieron hacer una banda, “yo quiero tocar el bajo, fue lo primero que dije”, recordó.

Cada quien compró sus instrumentos, desde la guitarra, batería, “me compré un bajo pequeño de una marca desconocida y resultó ser una buena adquisición, se afinaba a una octava arriba”.

Su primer grupo fue Bacco en 1989 y tocaban en fiestas para amigos, tenían cinco canciones originales. Después formó parte de Sombra Blanca en 1990, tocando covers de The Cure, U2, Soda Stereo.

En 1991, junto con Edson Ramos dieron luz a la agrupación “La Concepción de la Luna”. Una de las agrupaciones representativas del movimiento musical de Satélite. Ese año participaron en el concurso “La Batalla de las Bandas” que se realizaba en Rockotitlan y perdieron en la final contra el grupo Insignia.

En 1993 volvieron a participar en la tercera edición del concurso y la ganaron. Sus maestros fueron Paco Morales, actual bajista de Matute TV, entre otros músicos de Jazz que le ayudaron a mejorar su técnica.

 

Emilio Tamez, reconoció que en esos tiempos había pocos lugares en los que se podía tocar rock, “todo lo anterior fue en un ambiente underground, los foros que había eran como Rockotitlan en los que casi se pagaba por tocar y el Tutti Fruti, un lugar de punk, pero realmente llegabas a pocas personas”.
Recordó que en esos momentos estaban de moda Caifanes, Fobia y Café Tacuba.

Sobre las nuevas propuestas de rock, el directivo opinó que el nivel de calidad en la música tiene que elevarse para poder competir en otros mercados, “ya no pueden ser la banda de garage, sacar un disco y tocar; para poder competir se debe tener calidad y eso es lo que falta actualmente”, comentó.
El directivo de Riverbed indicó que La Concepción de la Luna alcanzó mayor popularidad después de su salida, pero aseguró que fue una gran experiencia.

Emilio Tamez

Emilio Tamez decidió salirse de la Concepción de la Luna en 1995 para dar inicio a una carrera de logros en la industria TIC.

Sus inicios fueron en Ingram Micro, la que considera su escuela de formación profesional en el canal. “Conocí desde la parte administrativa, con el boom del comercio electrónico levanté la mano para hacer una unidad de desarrollo de eCommerce donde me tocó más interactuar con clientes y canales, ayudándolos a moverse del modelo tradicional a subirse al nuevo  por medio de su punto com”.

Recordó que trabajó en el área de sistemas bajo el mando de Ricardo Hernández, quien era director de operaciones. “A cinco meses de trabajar ahí me hacía llevar mis libros de cálculo diferencial e integral para hacer las fórmulas de reservas de inventario, programarlos y hacer reportes más inteligentes”, agradeció.

Su ciclo se acabó en lo técnico y empezó la de negocios, “me fui con Alberto Monroy y la verdad todo ese año fue doloroso y de ser administrativo en el front ya tenía cuota y resolver conflictos entre canales que querían ir a una misma cuenta, aprendí mucho también con Alejandro Castro”.

Después, en ventas, Luis Férez lo invitó a llevar el área de valor, con marcas como Cisco y Avaya.

“La atención tanto al canal como al fabricante fue importante, entendí ambas necesidades y ayudé a desarrollar oportunidades”. Después ingresó a Brocade como gerente de cuenta de HP para Latinoamérica, más tarde fue responsable de la oficina de México durante cuatro años. Posteriormente ingresó a Hitachi, trabajó en Huawei-Symantec como director comercial, y actualmente como gerente de canales para México y Norte de América en Riverbed, posición desde la que se siente a gusto y trabaja para desarrollar trabajo con sus partners.

Evolución del rock en México
Periodista y comunicólogo de profesión, con más de 20 años de escribir para radio, TV y revistas como la Rolling Stone, Carlos San Román, director comercial de AMD México, ha disfrutado la música desde muy joven. “Mi primer LP lo compré en julio de 1977, Dressed to Hill, de la banda Kiss”.
Su gusto lo llevó a vivir lo que consideró las mejores épocas del rock mexicano y en español. Su incursión en los medios fue en 1986 y en 1988 fue que pudo hacer periodismo musical.

“Lo que más me gusta es el rock, el heavy metal en todas sus presentaciones y el classic rock, todo 60s y 70s, aunque al momento de ser periodista musical escucho de todo”.

Actualmente toca la guitarra por pasión, desde hace ocho años decidió hacerlo y hasta el día de hoy sigue tomando clases y participa en un grupo activo llamado Roosters Flying.

Breve historia del rock mexicano por Carlos San Román
Aunque la historia del rock nacional ha sido contada en múltiples ocasiones, San Román compartió un breve análisis desde su experiencia como periodista y amante del género.

Desde finales de los años 50 México fue el país que inventó el rock en español, por su cercanía con Estados Unidos. “Los primeros covers que se hicieron en ese idioma y el nivel de los grupos fue bastante bueno”.

Explicó que el rock nacional ha vivido bajo el signo de la represión, ha habido al menos tres momentos de reflexión que frenaron de manera importante y drástica el desarrollo, sobre todo para crear industria no tanto a nivel musical, sino más a nivel de carencia de lugares para tocar, disqueras, productores y medios”.
En los años 50 se cerraron los cafés cantantes, ahí fue la primera represión, se frenó el rock original y comenzó la era de los baladistas, tipo Cesar Costa y Enrique Guzmán.

Siguió evolucionando cuando The Beatles impactaron a nivel mundial, “el músico mexicano empezó a estudiar un poco más y a ser innovador y audaz, se alejaron de las estructuras de dos o tres acordes para hacer cosas más complejas e interesantes, de hecho, hubo grupos que trabajaron con lo que se llamó etno rock, trataron de fusionar e influir sonidos mexicanos con mariachis y otros autóctonos para la fusión”. Estaba creciendo el nivel técnico y llegó el Festival de Avándaro en 1971, “se dio un paro como de 12 años, pero fue hasta entre 1982 y 1983 cuando se dan unos polos de desarrollo en el sur de la ciudad, en Coyoacán con la Botellita de Jerez, Mistus y con los que se llamaba Insólitas Imágenes de Aurora, que después sería Caifanes, y por el otro lado el rock que se cultivó en el ‘hoyo funky’ en donde Three Souls in My Mind fue el gran exponente, pero insisto, a finales del 1983 empezaron las disqueras trasnacionales a fijarse en el rock en español”.

Después se dio una evolución constante entre 1984 hasta 1996. “Se vino toda la época del rock argentino y en español, pero para el mexicano fue muy bueno, para mí fue como la edad dorada, ya que hubo grupos de todos los estilos desde metal, punk, reggae, pop, alternativo, lo hubo de todo”.
Indicó que los dos últimos exponentes de esos casi 15 años de trabajo fueron Café Tacuba y Molotov, “a partir de eso empezó a decaer, sobre todo el tema de las disqueras, surgieron nuevas firmas independientes, pero no tenían la capacidad de invertir como las grandes trasnacionales, quienes se empezaban a quedar con uno o dos grupos, por ejemplo Warner se quedó con el TRI y Maná (que para ellos era rock), Ariola BMG se quedó con Caifanes. De hecho algunas de ellas crearon sus propios sellos como Culebra y Discos Manicomio, se cortó la inversión y ahí volvió a pararse la industria otra vez”.

Mario Juvera

También los lugares de rock en el DF y algunas ciudades comenzaron a cerrar, “antes ibas a Rockotitlan, RockStock, La Diabla, Tutti Fruti y había mucho rock, pero de repente empezaron a cerrar y quedaron dos o tres, pero sin la misma convocatoria. Dejaron de salir grupos con nuevas propuesta y empezaron a hacer copias”.

San Román opinó que actualmente no hay industria de rock en México, “sigue habiendo grupos, sigue habiendo escena, a la gente le gusta ver lo que ya hay, si viene Iron Maiden llenan los lugares, al igual que Metallica, lo mismo pasa en el rock mexicano, Café Tacuba, el regreso de Caifanes, pero en realidad no hay un grupo que haya surgido en los últimos cuatro o cinco años, que realmente se distinga, hay como como DLD, La gusa Ciega, pero todos se fueron por la misma onda de happy punk como Panda, muy sencillo de cuatro o cinco acordes con técnicas de guitarra todo abierto, melodías fáciles, hay una crisis ahora del rock nacional”.
En ese sentido, el directivo duda que pronto haya una nueva oferta, “seguramente va a pasar lo que en Estados Unidos, los jóvenes que empezaron a meterse al rock después de jugar al Guitar Hero y el Rock Band, pero cuando le pidan a sus papás guitarras de verdad, los chavos picudos van a hacer las bandas de los próximos cuatro o cinco años. Esperaría una renovación de grupos nacionales, porque los referentes ya tienen 20 o 25 años tocando”.

Música y comunicación
Son muchas las agencias de relaciones públicas que prestan servicios de comunicación a empresas de tecnología. Uno de los ejecutivos con algunos años de experiencia es Mario Juvera de Agency of Communication Services (ACS), quien con diferentes grupos ha tenido la experiencia de tocar en grandes escenarios como en el festival Vive Latino que se realiza en el Foro Sol de la Ciudad de México.

En 1996 tocó en la banda de metal Cabeza Hueca, con la que realizó giras en México y Centroamérica, pisó escenarios interesantes como el Festival Cervantino, en la calle.
Fue baterista de Los Meffisto y actualmente participa en el proyecto The Dragulas.

De su experiencia de comunicación hacia el canal de distribución compartió: “El canal está formado por personas profesionales con mucho valor y la fuerza de ventas de la industria, a ellos hay que hablarles de manera abierta y directa que refleje su importancia”.
Este reportaje es un reconocimiento a los músicos de la industria TIC en México, quienes en sus nuevas funciones también han logrado destacar.

Para finalizar, la mayoría de los entrevistados coincidieron en hacer una batalla de bandas tecnológica.

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