Editorial

Responsabilidad de la cadena

Hace algunos años, el concepto de responsabilidad social tuvo un auge impresionante, a tal grado que algunas empresas decidieron adaptarlo para posicionar su imagen pública; sin embargo, quienes analizaron y ejecutaron un plan correcto siguen con medidas que, además de posicionarlos de buena manera en su entorno, les está dando ingresos.

Apoyar la protección del medio ambiente o aportar beneficios a la comunidad donde se desarrolla la actividad económica de una empresa son sólo algunas iniciativas de la responsabilidad social, que se ha convertido en la ciudadanía corporativa.

De acuerdo con un estudio de Paul Capriotti, la ciudadanía corporativa se sustenta sobre cuatro aspectos generales: comportamiento corporativo, ética corporativa, relaciones corporativas y política de ciudadanía corporativa.

En este mismo sentido, el experto señala que la ciudadanía corporativa no es un conjunto de actividades planificadas por la organización para “calmar su conciencia”, “devolver a la sociedad parte del beneficio”, “posicionar a la compañía socialmente” o, incluso, “ayudar filantrópicamente a la sociedad”, sino que es un compromiso ético y filosófico a nivel corporativo para desarrollar su negocio (y ganar dinero, por supuesto) de forma socialmente responsable.

Con esta definición, son pocas las empresas que en verdad han integrado los beneficios sociales en sus estrategias de negocio y han hecho redituables las prácticas de responsabilidad social, involucrando a todos sus empleados y socios de negocios.

Muchos han entendido que va más allá de aportar al Teletón, hacer una carrera para anunciarse o deducir impuestos, pues quien realiza un buen plan de responsabilidad social no busca que el objetivo sea sólo salir en la foto y tener presencia.

En la presente edición, se muestran algunos ejemplos de las acciones de compañías de TIC en el ámbito de responsabilidad social; sin embargo, son pocas las que incluyen al canal en sus estrategias, considerando los objetivos de ser socialmente responsables.

Ante ello, hace falta que muchas compañías entiendan que estas acciones no sólo son un imperativo ético y moral de las empresas, sino también que es una respuesta estratégica de las organizaciones ante los cambios en el entorno global, que contribuye a la adaptación de las compañías a la nueva realidad social y que no se quede como una actividad promocional más.

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