Editorial

Industria sin valor

Algunas empresas de la industria han tenido experiencias inconsistentes con el esquema del canal de distribución encabezado por mayoristas y secundado por distribuidores.

Según LG expone esta semana, el canal ha fracasado con sus productos de tecnología informática por no tener crédito suficiente y por no entregar valor.
Lo que es peor, anuncia que apostará por el retail, pues éste sí ofrece financiamiento y, al menos, tiene disposición para sumar valor a la oferta de la empresa coreana.
En su despedida del cargo que ostentaba en la empresa de la estrella dorada de la suerte, Flavio Oh fue más allá y acusó que el canal mexicano no se responsabiliza por los negocios y es incapaz de cambiar su enfoque en el volumen, sin agregar valor.
Para esta compañía no es difícil la relación con el retail; de hecho, sus negocios más importantes son por la electrónica de consumo, para la cual el retail es el canal más adecuado de comercialización; sin embargo la industria entera debería escuchar algo de la queja del directivo coreano.
En este mismo número se plantean los resultados de un estudio sobre el impacto de la red en las compañías y la economía de México. Del mencionado estudio, Net Impact 2005, se desprende una brecha enorme en la inversión de tecnología en el país y sus empresas y organizaciones, a las que puede compararse con sus contrapartes de otros países del mundo. Gracias a esas carencias son mucho menos competitivas que las de otros países con economías más vulnerables que la nuestra.
Sin embargo, en el mismo foro donde se habló de las carencias en la inversión de tecnología, el anfitrión repitió el mismo mensaje de hace varios años: usar su tecnología ahorra grandes cantidades de dinero y es hoy más competitivo; lo cual no es falso en fondo y forma, pero suena hueco de tanto repetirlo.
Olvida que a los clientes poco gusto puede darles estar obligados a vivir bajo una sola marca y más bien, cada vez en mayor medida, optarán por soluciones de tecnologías abiertas, basadas en estándares, que garanticen, por ejemplo, la interoperabilidad en las redes de infraestructura, como es la apuesta de competidores como Juniper Networks.
Algo falla en el momento de comunicar el valor de la tecnología para los diversos segmentos de mercado y en esa fallida intención hay responsabilidad de todos quienes jugamos un papel en la industria.
No hay otra alternativa, excepto buscar la forma de comunicar en forma clara y contundente los enormes beneficios que la tecnología tiene para la economía, la productividad, la competitividad, la rentabilidad y la supervivencia de las empresas e individuos.
En esa labor deberán considerarse mejores relaciones con los públicos de interés y romper los círculos viciosos de la estacionalidad en que la dinámica económica nos sumerge. No puede seguir imperando el hecho de que haya semanas, meses y hasta años donde nadie se mueve, para al final, intentar, muchas veces infructuosamente, recuperar algo de lo perdido en los grandes periodos de somnolencia e inacción.
Las empresas de tecnologías de información y comunicaciones deben comunicar mejor, pero, sobre todo, convencer a los clientes finales de que no forman parte de una industria sin valor.

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