Editorial

Maña mata tecnología

Definitivamente vivimos en un país altamente creativo. Amén de las innovaciones que diversas compañías han presentado en el ámbito tecnológico, existe otro nicho donde ni “los genios” estadounidenses, asiáticos y europeos han podido prever: este mercado lo bautizaremos como el de “maña mata tecnología”.

Tenemos varios ejemplos al respecto.
— Insumos. Los grandes fabricantes de sistemas de impresión se toparon con un problema que no imaginaron: el rellenado de cartuchos. Los proveedores han desplegado millones de dólares en presentar la tecnología más avanzada y depurada para mejorar las impresiones; no obstante, un cúmulo de empresarios se han dado cuenta que un buen negocio puede ser rellenar de tinta dichos insumos, en beneficio propio y de los terceros involucrados. Al ver que los cartuchos son altamente costosos, estos “Robin Hoods” de las TIC, han decidido poner en la mano de los usuarios la tecnología, que aunque lejana de calidad, es compresiblemente más económica.
Conclusión: maña mata tecnología.
— Piratería de software. La práctica de los insumos no es tipificada como un delito, pero la piratería sí. Todos sabemos hasta donde puede llegar el arte de revender lo que no es de uno. El problema se ha convertido en una crisis crónica, cuya solución no se ve por lo menos en el mediano plazo. Simplemente los candados de seguridad están de más ante la capacidad e ingenio de los piratas.
Conclusión: maña mata tecnología.
Podemos citar más ejemplos: UPS, computadoras personales, videojuegos y más. Pero a qué nos lleva todo esto. Nuestra economía no está preparada para adquirir productos que en esencia no pertencen a la canasta básica de necesidades. La tecnología juega un papel secundario en la mayoría de las familias mexicanas y, como no es prioridad, al usuario poco le interesa saber sobre estándares de calidad, inversiones en investigación y el daño que se le hace al patrimonio empresarial.
Las propuestas no están acordes a nuestra realidad. Digan lo que digan, el mercado mexicano seguirá dominado por los mañosos que sí saben leer estas necesidad y finalmente las usan para beneficio propio (aunque hay algunos que piensan que sí tienen su función social, lo cual está sujeto a discusión).
Y hablando de realidades, mientras las necesidades básicas sean comer, buscar vivienda y empleo digno, poco valdrán los discursos en pos de una tecnificación del país, que suele estar muy alejada del contexto mexicano.
En pocas palabras, los fabricantes deben poner los pies en el suelo, de lo contrario la maña seguirá matando a la tecnología. Sino entrarán en un nuevo principio: “el de los tercos”, tema para otro apunte.

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