Columnas

Fragmentando Internet, las consecuencias no deseadas de la regulación

 

Por Konstantinos Komaitis, director de Desarrollo de Políticas de Internet Society

Konstantinos Komaitis

Casi todos los países del mundo están actualmente en el negocio de regular Internet. Es importante aclarar algo en esta etapa. «Regulación de Internet» es una frase un tanto cargada y mal orientada. En realidad, lo que la mayoría de los actores estatales intentan abordar son problemas de comportamiento anticompetitivo, moderación de contenido o manejo de datos personales. Ninguna de estas cuestiones tiene lugar «en Internet». En su lugar, se producen en la capa de aplicaciones de Internet, lo que denominamos World Wide Web. Pero esta es una discusión que merece una nota completamente diferente.

Pero la regulación de Internet puede tener consecuencias no deseadas. Una, es la aplicación extraterritorial. Es particularmente importante por lo que significa para una Internet global y resiliente. Internet no fue diseñada para reconocer límites físicos o para cumplir con las reglas de un solo actor. No se trataba de ser anti-conformista, simplemente no era relevante. La resiliencia se garantiza a través de la diversidad de la infraestructura y esta diversidad proviene de nodos ubicados globalmente, en diferentes partes del mundo. Cuanto más hay un impulso para tratar de que Internet encaje dentro de las fronteras nacionales o para que cumpla con el pensamiento normativo de una nación con el fin de mantener un cierto sentido de control, más riesgo corremos de sabotear la diversidad que es crítica para su naturaleza resiliente y global. La aplicación extraterritorial de leyes puede proporcionar incentivos erróneos para que los actores estatales participen en una carrera regulatoria que solo dará como resultado una Internet fracturada y menos resiliente.

Los tribunales, los abogados internacionales y los académicos están familiarizados con la noción de extraterritorialidad como una manifestación evolutiva de la soberanía del Estado, que, históricamente, ha pasado por una transformación constante que busca adaptarse a un sistema internacional en constante cambio. Con Internet, el ritmo de esto se ha intensificado.

El principal desafío aquí es que Internet es global, por lo que las regulaciones y las decisiones judiciales que la afectan pueden tener efectos extraterritoriales. Hay dos preguntas que buscamos proponer como parte de nuestra nota conceptual sobre «Internet y los efectos extraterritoriales de las leyes».

–¿Qué tan conscientes son los Estados acerca de cómo evitar un impacto dañino e innecesario fuera de sus fronteras?

–¿Cómo pueden minimizar tales efectos negativos?

Conforme al uso del término en esta nota conceptual, la extraterritorialidad se refiere a las aplicaciones de las leyes de un país a personas, conductas o relaciones fuera de ese país. La globalización ha intensificado tanto la cantidad de interacciones transnacionales como el interés de los estados en regularlas. Pero, cuando se trata de Internet, las cosas son un poco más complejas; aunque sea por accidente, la globalización es una característica de Internet, no un error, y los sistemas legales de todo el mundo deberían reconocer esto, no intentar «arreglarlo». Debemos tomar decisiones que ejerzan jurisdicción extraterritorialmente de manera que Internet pueda evolucionar como una tecnología abierta, globalmente conectada, segura y confiable para todas las personas. Pero, cuando una ley no especifica su alcance geográfico, ¿qué límites (si los hay) podrían establecer los tribunales en su aplicación?

Para responder a esta pregunta, primero debemos comprender el vínculo causal entre el progreso social y económico e Internet. Internet se basa en un conjunto de propiedades fundamentales, que incluyen apertura, innovación, innovación sin pedir permiso, interoperabilidad, colaboración y competencia. Estas propiedades permiten que Internet sea un motor para que surjan nuevas economías, para unir a las sociedades y para permitir nuevas formas de expresión política. Son conocidas como las «invariables de Internet» porque sin ellas, Internet no sería como la conocemos y usamos hoy en día.

Desafortunadamente, en muchos casos, los responsables de la toma de decisiones imponen reglas que se extienden a Internet en otros lugares, dificultan la innovación, disuaden a la inversión en sus propios países y generan el riesgo de crear una nueva brecha digital. Con solo consultar el anexo de la nota conceptual puede observarse cuán abrumadora es la actividad reguladora actual.

La nota conceptual no sugiere que la regulación no debería ocurrir. La regulación es una prerrogativa de los estados nacionales y los actores estatales tienen la responsabilidad de defender los intereses de sus ciudadanos. Sin embargo, existe un argumento válido de que muchos de los problemas asociados con la aplicación extraterritorial de las leyes se pueden mitigar si las partes interesadas fomentan enfoques descentralizados y colaborativos, incluidos los procesos de desarrollo de normas internacionales. Dichos procesos y estructuras pueden crear mejores resultados porque tienen una participación más amplia y son más sensibles políticamente y económicamente sostenibles que algunos enfoques orientados de arriba hacia abajo.

A menudo hablamos de la importancia de la colaboración en Internet. En este caso específico, debemos colaborar para evitar cosas como la inconsistencia, la acción no coordinada, la fragmentación y la tensión internacional, por nombrar algunos. Nuestro pensamiento ha demostrado que todas estas consecuencias no deseadas pueden ser reales en un entorno donde los estados nacionales buscan regular la Internet global.

Lee la nota conceptual “Internet y los efectos extraterritoriales de las leyes”.

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