Editorial

Sobre antigripales

Existe un dicho que reza que cuando Estados Unidos estornuda, a México le da pulmonía. Esto puede sonar poco nacionalista o falto de confianza en la capacidad nacional para afrontar los tiempos duros; por desgracia —otro refrán— para muestra basta un botón: la sola amenaza de una recesión económica en el país vecino causó un desplome histórico en la Bolsa Mexicana de Valores, así como en los mercados bursátiles de todo el mundo, efecto que días más tarde empezó a revertirse gracias al recorte en las tasas de interés en la unión americana.

En este sentido, hay miembros del canal que se muestran cautelosos ante la inminente desaceleración de la economía estadounidense, mientras que otros esperan la resaca causada por la reforma fiscal, especialmente por el IETU (Impuesto Empresarial a Tasa Única), que seguramente afectará a miles de empresarios, incluyendo centenares de distribuidores.

En el otro extremo están los optimistas que cerraron 2007 con crecimientos récord u otros, como cierto mayorista que en sólo tres semanas triplicó lo que esperaba vender durante todo el mes de enero.

¿Cómo explicar opiniones tan distantes sobre lo que depara el 2008? Regresemos al ejemplo del catarro. Así como en la vida real hay quienes, ante un resfriado se meten a la cama, guardan reposo y esperan que pase la enfermedad, también hay quienes aún con fiebre toman un antigripal y salen a trabajar. Ambas acciones son válidas y funcionan bien ante un resfriado. ¿Cuál es su remedio en estos casos?

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