Introspección

Un monólogo con Martín Mexía

Visionario, emprendedor, aventurero y sobre todo creativo, son algunas de las cualidades de Martín Mexía, director general de MPS. En entrevista, Mexía describió su vida, la creación de MPS, su época de oro y su caída.

Sinaloa a 40 grados a la sombra. Hace algunos años se llevaba a cabo la construcción de una presa en un pueblo de dicho estado de aproximadamente 1,500 habitantes, lo cual afectaba a varias familias al ser despojadas de su lugar de residencia.
Para enfrentar el problema, se construyeron nuevas casas que reemplazarían a las afectadas por la presa, lo que trajo consigo la creación de una bloquera, en la que varios hombres trabajaban arduamente, bajo los rayos del sol en la fabricación de ladrillos de concreto.
Hubo alguien que se preocupó por la labor de los trabajadores y encontró la forma de saciar su sed y calmar su calor al vender agua de cebada, por supuesto, con la mira de ganar algo de dinero extra.
Lo curioso de esto fue que a quien se le ocurrió esta idea era una persona que contaba con sólo ocho años de edad, cosa que no representó inconveniente alguno, para dar vuelo e ingenio a su visión de negocio, a quien desde entonces ya se le veía como un pequeño empresario.
Esta visión lo volcaría más tarde a la creación de compañías como Ingeniería, Asociación y Sistemas (Iossa) y la que, en 1995, fuera la principal empresa de mayoreo de equipo de cómputo en México: Microcomputadoras, Periféricos y Servicios o mejor conocida como MPS.
Pues bien, este ingenioso niño que vendía agua de cebada y que posteriormente junto con su primo Adolfo Mexía dio continuidad a sus ideas divertidas de hacer negocio, vendiendo cebiche de choro (pequeñas almejas que se recolectan en las playas de Sinaloa), era por supuesto Martín Mexía, actual director general del nuevo MPS.
Su pasión las físico-matemáticas
Martín Mexía proviene de una familia integrada por su padre, quien hasta la fecha se dedica a la agricultura y su madre quien se ha dedicado a atender la casa, a cinco hermanas y a él como segundo hijo.
A la edad de 13 años, tomó la determinación de salir de Sinaloa para llegar al Distrito Federal donde vivía un tío suyo, pero debido a la difícil etapa de la adolescencia y todo lo que trae consigo, a los dos meses de su estancia en la capital decidió regresar.
Con esa decisión que ha sido determinante en su vida y su carrera, arribó nuevamente a Sinaloa con la convicción de terminar sus estudios de preparatoria y regresar a emprender nuevos objetivos otra vez en el DF.
De regreso en la gran metrópoli, se instaló en un departamento que compartía con cinco compañeros más; su labor de búsqueda de empleo la inició desde el primer día.
Sabía hacer dibujo técnico y por las noches le ayudaba a uno de sus amigos también llamado Martín a realizar planos hasta que encontró un trabajo en el Sistema Colectivo Metro, en la realización de un catálogo de partes.
Al mismo tiempo, buscaba la forma de entrar a la universidad y sus calificaciones lo ayudaron en mucho, ya que reconoce haber sido siempre “de puro 10, nunca un nueve”.
Pasó una semana entera realizando exámenes para ser uno de los afortunados en tener un lugar en El Centro Nacional de Educación Tecnológica Industrial (Ceneti), una universidad auspiciada por el gobierno de Francia en México, con fama de ser muy buena en esa época.
Logró entrar; pero, desafortunadamente el gusto le duró poco, debido a los problemas políticos por lo pasó la escuela en el momento en que fue aceptado: “Hubo hasta balazos y todo, entonces se acabó, a la escuela la acabaron rapidísimo”.
Al enfrentarse a esta situación, decidió entrar a la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), plantel Azcapotzalco, para estudiar ingeniería electrónica, aunque su objetivo y principal reto era estudiar físico-matemáticas.
Durante su estancia en el Ceneti, conoció a Miguel Ángel Lizárraga y Juan Manuel Peña, este último actualmente maneja la parte de MPS Net.
Lizárraga, un buen amigo de Mexía y también nacido en Mazatlán, como buen aficionado a las computadoras, armaba PC en su casa. “Al verla me emocioné y dije: qué físico matemático ni que nada”, así fue como Mexía se decidió entrar a la ingeniería electrónica.
La seducción del Cinvestav
Una vez instalado en la UAM, Mexía consiguió un trabajo que le ayudó a sobrevivir y pagar sus estudios, pero se le presentó una oportunidad muy tentadora. Un profesor que impartía la clase de termodinámica –la que más le gustaba a Mexía–, se dio cuenta de su interés por este tipo de clases y le habló del Centro de Investigación de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico (Cinvestav), pero no sólo llegó con una plática.
Esta propuesta consistió en que dejara su carrera de ingeniería electrónica para ingresar al Cinvestav y en cuatro años obtener una maestría: “Era un orgullo, me hubiera brincado la universidad, trabajaría con un discípulo de Einstain y sería maestro en física a los 21 años”.
La propuesta fue lo suficiente tentadora como para visitar las instalaciones del centro y entrevistarse con los doctores que serían sus profesores y, por supuesto, también con el discípulo de Einstain: “Estaba emocionado, pero al momento de salir mi amigo, el que me acompañó me dijo: ¿ya viste quiénes vienen ahí?.
“Venían en esas bicicletas que tienen como triciclos, los doctores que me habían entrevistado. Mi amigo se dirigió hacia mí otra vez: ¿ así quieres andar?”.
En ese momento, Mexía se encontró en la disyuntiva de querer unirse y acostumbrarse a la vida de los físicos e investigadores y la electrónica, al mismo tiempo que la computación apenas comenzaba a tomar vuelo. Esa imagen fue decisiva para continuar en el camino del cómputo.
La creación de IOSSA
Su trabajo en el Metro como dibujante le ayudó para su sustento, pero la inquietud por dar inicio a su contacto directo con las computadoras era ya algo indispensable.
Lizárraga, su amigo, logró conseguir un contrato en una empresa de cómputo: Computadoras S.A., en el área de reparación.
“Mi amigo era bueno, pero yo era mejor, además de que él no tenía necesidad de trabajar y yo sí, entonces me contrataron a mí”.
En este momento las responsabilidades y el compromiso con sus estudios fueron en aumento: de 7:00 a 8:30 de la mañana iba a la escuela, a las 9:00 entraba al trabajo y salía a las 2:00 de la tarde, hora a la que regresaba a la escuela a terminar sus clases.
Al preferir dejar el trabajo de Computadoras S.A., Lizárraga –quien provenía de una familia con buenos recursos económicos–, abrió El Instituto de Investigación de Maquinaria y Equipo (INDEMAC).
Para este momento, Mexía estudiaba, trabajaba y los fines de semana iba al instituto donde, junto con su amigo, creó un brazo robot controlado por una PC, a lo que Martín llamó “el primer clon mexicano de Apple”: Jaguar.
“Juan Manuel Peña fue quien trabajó más en el proyecto, yo trabajé en el software. Esa máquina la prendías y hablaba, decía: hola soy una computadora Jaguar, hecha en México, fue un éxito”.
Posterior a esto, en 1983, en asociación con Eduardo Carral, formó su primera compañía: Ingeniería, Asociación y Sistemas (Iossa).
Carral era administrador y vendedor, mientras que él se dedicaba a lo técnico. Las ganancias de la compañía se repartían por la mitad y el trabajó fue incrementando.
Peña y Lizárraga, quienes habían sido sus compañeros de negocio deciden en ese entonces emprender también su propia empresa: Pine. “Mientras que ellos hacían computadoras, yo me fui por el lado del servicio”, comentó Mexía.
La creación de MPS
Con una compañía ya consolidada y en vías de crecimiento, Martín invitó a Enrique Ojeda, el famoso “diablo” a colaborar con ellos en IOSSA; pero, debido a la inquietud de Martín por querer tener el poderío de una empresa, junto con “El diablo” dejan IOSSA para emprender una nueva empresa que se llamaría Microcomputadoras, Periféricos y Servicios: MPS.
El capital con el que contaban para formar la compañía equivalía a $279 dólares o $63,172 pesos, mismos que tendrían que pagar un día después de haber abierto la compañía; es decir, el pago a la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) y a Teléfonos de México.
Al ver esta situación, Mexía tomó la decisión de comenzar a facturar para poder sobrevivir, por lo que su primera factura la hizo en Computadoras S.A.
“Enrique y yo empezamos a tener fama de ser buenos para reparar. En el departamento que teníamos pusimos una mesa y comenzamos a trabajar, pero la necesidad de tener una oficina se hizo inminente”, dijo.
Ingeniería de proyectos, construcción y Consulta (Ipcicsa), era uno de los clientes que MPS tenía en sus inicios, se ubicaba en la calle de Mier y Pesado casi esquina con Morena, en la colonia Del Valle y, además, contaban con un departamento cercano donde se encontraba IPCICSA, el cual estaba en renta.
Más tardaron Ojeda y Mexía en llegar de nueva cuenta a su casa que en lo que cerraron el contrato de renta de aquel departamento en el que contaban con sólo una mesa de fierro que los antiguos inquilinos habían dejado y barras de trabajo creadas por ellos mismos con hojas de triplay y palos de madera.
“Nos metimos a diseñar muchas cosas electrónicas, como un robot que después vendimos a Vica”, dijo Mexía.
Comenzaron a suceder muchas cosas, invento tras invento, con el fin de enriquecer y hacer que la empresa creciera.
Daban servicio a las computadoras de la UAM, en la que tenían una amigo llamado Emilio Grillo, quien comenzó a recomendarlos para algunos trabajos, como el del Colegio Israelita donde trabajaba Grillo y ellos hacían la reparación de las computadoras.
El distribuidor, una mina de oro
En un inicio, el giro de la compañía se volcaba hacia la atención al usuario final, pero “una vez, caminando por la colonia Cuahutémoc, Ojeda y yo vimos una tienda de computadoras, en la que vendían HP, Apple e IBM”.
Sin más ni más, tocaron a la puerta de ese distribuidor en busca de máquinas para arreglar; tal fue su suerte que Ricardo León, el joven dueño de la tienda se había quedado sin técnico y con ocho computadoras por reparar.
Sin más referencia que una tarjeta de presentación, “eso sí, no teníamos muebles en la oficina, pero sí tarjetas de presentación”, Ricardo confió en ellos y puso en sus manos las máquinas.
Mexía y Ojeda, pasaron el fin de semana completo reparando máquinas, para el lunes tenían ya frente al dueño de aquella tienda siete de los ocho equipos listos para ser usados.
“Yo no sabía nada de IBM, conocía ya un poco de Apple, lo que hicimos fue conseguir los manuales y comenzar a estudiar el funcionamiento de cada máquina”.
El siguiente problema a resolver fue cómo y, sobre todo, cuánto cobrar por la reparación, siendo que en HP un ajuste costaba entre $7,000 y $8,000 dólares.
“Me había fijado que Ricardo tenía un osciloscopio y algunos equipos más, al momento de preguntarnos cuánto cobraríamos, le conteste que nos pagara con eso y el aceptó. Eran herramientas que necesitábamos; en ese momento dijimos: de aquí somos y comenzamos a buscar más distribuidores”.
Una vez ya con la dirección de la compañía definida, comenzaron a inventar conceptos nuevos que ayudarían a la compañía a ser más innovadora y a la vez brindar un mejor servicio al cliente.
Trabajar por medio de la venta de pólizas de mantenimiento fue uno de estos métodos de trabajo implantado por MPS.
“Hicimos pólizas de servicio que los distribuidores vendían. Nosotros le entrábamos a todo”.
Debido al éxito de la compañía, la necesidad por hacer una empresa más eficiente creció. Es así como Moisés Julián, otro amigo más que comenzó a participar con ellos, creó un software con el que se recibían la órdenes por teléfono y se podían mandar a imprimir, comenzaron a contratar más gente y, por ende, el espacio físico ya no era suficiente.
Aunado a estos logros, también crearon Sahuaro, una fábrica de reguladores que ellos mismos hacían.
La incursión en el mayoreo
Una vez instalados como empresa que atendía a distribuidores, surgió la necesidad de comprar tarjetas ASP, que no eran más que memorias para PC para ofrecerlas también a los resellers que tenían como clientes.
“Hablé con Enrique Bremen de Cenmex Monterrey, después Intertec y le dije que quería comprarle estas tarjetas para instalarlas después. Aceptó y conseguí el fabuloso descuento de 3% adicional, así empezó el mayoreo de MPS”.
Así, comienza a conseguir equipos, impresoras y, por supuesto, comienza a vender las computadoras Pine, creación de sus amigos.
La confianza que surgió entre los distribuidores por la respuesta y el trabajo de MPS fue considerable, lo que ayudó al rápido crecimiento y expansión de la compañía, por lo que su primer eslogan decía: “En MPS conocemos lo que vendemos y esa era su ventaja competitiva ante los grandes monstruos del mayoreo en esa época”.
Con esta incursión en el mayoreo, Mexía adujo que fueron los primeros en vender redes, los primeros en hacer un sistema en red, instalando en la empresa una arc net, el antecesor de la Ethernet.
Para esto, contrataron a Jorge Mezquita, quien hasta la fecha labora en la empresa de software de MPS.
“Cambiamos las reglas del mayoreo, fuimos los primeros en dar garantías, fuimos quienes les dieron nombre a los Multiplexores, también los primeros en dar soporte técnico on line y quienes creamos Hotmail, que posteriormente vendimos a Microsoft”.
El crecimiento fue mucho y se dio rápidamente, tan fue así que llegaron a emplear a 200 personas y en 1988 se tomó la decisión de separar la compañía en tres empresas: La de servicio, MPS Mayorista y Sahuaro, la fábrica.
“Hicimos muchas cosas en estas empresas, desde fabricar el primer no break en el mundo controlado por un microprocesador hasta la fabricación de las computadoras Sprintec, una tarjeta de video y la creación del regulador Covra e instalaron la primera Red de Apple con una impresora láser”.
La competencia para MPS Mayorista
Llevaba las riendas de tres compañías que tenían un giro distinto, pero unidas por el mismo nombre, apoyo y reconocimiento de proveedores clientes y usuarios, pero el servicio dejó de ser el excelente negocio que era, debido a la baja de precios de los componentes.
El mayoreo, como tal, llegó para MPS en 1987 y competía contra Dicom, Intertec, Dinamia, Computadoras S.A. y otros más.
Esta competencia no fue un obstáculo para llegar a las metas fijadas para MPS, por lo que el concepto de “compro, vendo y me desentiendo”, quedo para los otros mayoristas y MPS creó su propio concepto: “Hoy el mayoreo es lo que nosotros inventamos hace años”.
Para 1988, el crecimiento fue impresionante, la aceptación de los distribuidores por la firma era de sorpresa, por lo que una de sus primeras labores fue ir en busca de proveedores directos y nuevos productos. El conseguir cosas y marcas raras fue una especialidad.
“En esa época era difícil hacer mayoreo, por lo que quebraron muchos; ahora es más fácil, todo mundo dice y tiene sistemas, entregas a domicilio, los cuales también nosotros lo creamos”, aseveró.
Entregas a domicilio
Con respecto al sistema de entrega a domicilio, Mexía reveló la anécdota que corresponde al nacimiento de este sistema.
Una vez que comenzó el crecimiento, la empresa de servicio se quedó en las oficinas originales y la de mayoreo se pasó a la calle de Pestalozzi, en la misma colonia; pero, en 1989 esta calle fue la que más gustó al gobierno del DF para que fuera la primera calle en la que se implantaría la tubería profunda, para lo que era indispensable abrir la calle en su totalidad.
Debido a los inconvenientes que esto provocó con los clientes, Mexía sacó un anuncio en Computer Word que decía: “Nuestra calle casi ha desaparecido, pero no se preocupe, no queremos que se enlode, pídanos y le entregamos a domicilio.
“Así lanzamos el servicio de entrega, que era algo que no tenían los otros mayoristas y les empezamos a ganar mercado”.
Así como éstas, hubo más estrategias que a decir de Martín Mexía impuso MPS como la creación del primer catálogo de precios diseñado en MPS con fotografías y posteriormente el de bolsillo.
El ocaso de MPS
Para 1995, MPS mayorista estaba bien colocado como el número uno en el mayoreo nacional, para estas fechas Dicom había sido vendido y dos años antes MPS rechazó la oferta de venta.
Debido al gran éxito que la compañía había tenido, el pensar en la expansión fue uno de los nuevos retos, al querer lanzar la representación de MPS en América Latina.
Comienzan los proyectos con el lanzamiento de MPS Net, la empresa de software. Todo se veía perfecto, “hasta que me olvide de una cosa, que vivía en México”.
El sueño comenzó, querer alcanzar el objetivo de ser un mayorista Latinoamericano se veía más cerca, el objetivo se llamaba 2×2, 2,000 millones para el año 2,000.
“Íbamos perfectamente encaminados, tendríamos 2,000 millones de acciones, más o menos $30 millones de dólares, que permitirían bajar la deuda que teníamos para el proyecto de América Latina”.
Lanzaron todos los servicios: el sistema de certificación, el programa fax a fax, hot fax, hot mail, Fax com, todo estaba listo para la expansión.
MPS, MAPS, MPS Mayorista, Derectec, MPS Net, Convergencia Digital y Manejo de Persona, MPS Inc. Miami y Laredo, Mayorista del Perú y MPS Colombia, eran las empresas que tendrían presencia en el mercado latino.
Llega octubre, la deuda aún era mínima, con lo que obtendrían alcanzaba para pagar y continuar la expansión pero, “cae Corea, yo tenía todo listo, el hotel ya programado, todo el road show preparado en Estados Unidos para la presentación”.
En ese tiempo, MPS pagaba tasas de interés de 7.15% en dólares anuales; pero, con la caída de Corea, “los bancos mexicanos se convirtieron en mi peor enemigo”.
Al momento en que las instituciones bancarias se enteran de que MPS no salió a bolsa, las trazas de interés comenzaron a subir y el resultado fue que durante 1998, pagaba tasas de más de 50%. “No hay negocio que lo resista, ahí empezó el problema de MPS”.
Lo primero fue pagar a los bancos, pero debido a esto quedaron mal con los proveedores, a punto de desaparecer y con una compañía en deterioro. Las decisiones debían ser acertadas e inmediatas.
Hacia un nuevo MPS
Hasta el año pasado, el momento de la difícil decisión llegó. En una reunión con los socios se planteó el cerrar la empresa o continuarla, con sus respectivas consecuencias.
La decisión fue la segunda, con el resultado de tener que empezar de cero una vez más, con sueldos a la mitad, más reducción de personal y comenzar con una nueva empresa: la nueva MPS.
–¿Cuál es la reacción de Martín Mexía en este momento de crisis, cómo se siente?
–El dinero no fue lo que más me dolió, nunca hemos trabajado por eso, lo que más me dolió fue el equipo de trabajo, personas muy valiosas. Eso me dolió, porque desde que me acuerdo nunca me había ido mal, pero ¿sabes qué?, a nadie le cae mal un fracaso.
Me sirvió, me siento mucho mejor persona, más fuerte, más motivado y mucho más pobre (se ríe), pero ¿sabes que?, mucho más feliz.
Para concluir, Martín hizo alusión al futuro del nuevo MPS:
“Estamos gateando aún, queremos empezar a caminar. Vienen cosas muy buenas para la compañía, queremos reinventar el mayoreo”.
— ¿Cuáles son los retos para el nuevo MPS?
Hay un refrán que dice: Los niños dicen lo que voy a ser, los ancianos lo que fui y los tontos lo que harán.

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