Editorial

Lo que bien se comienza

Hace unos días cayó en mis manos un volante con publicidad de cierta escuela que se autoproclama “la universidad de los valores”, ya que en su curricula incluyen clases de ética.

Ello me hizo preguntar ¿es posible enseñar valores a un joven de 18 años? La respuesta es “no lo sé”, pero dudo que un valor que no se aprende en casa se enseñe en un aula.

No obstante, muchas empresas quisieran estar seguras de que el personal que contratan cuenta con valores básicos, como la honestidad y la lealtad.

En realidad son pocos los empresarios que encuentran más importante los valores que la capacidad profesional; desgraciadamente eso no siempre funciona.

Cuántos casos se saben en ésta y en otras industrias donde un empleado en una posición clave repentinamente se convierte en un competidor acérrimo, no sin antes hurtar las bases de datos, estados financieros y hasta uno que otro activo fijo.

O cuántos trabajadores dejaron como despedida un “c:\>format c:” en alguna PC. Cuántos productos desaparecieron misteriosamente de las bodegas de compañías donde todos son, al menos en apariencia, honestos.

Seguramente usted sabe de algún caso como éstos, si es que no lo ha padecido en carne propia.

De regreso a nuestra pregunta ¿se puede enseñar honestidad? quizás no, por ello cada vez existen más organizaciones que ayudan al empresario en el proceso de selección de personal.

Los grandes corporativos se cercioran de la conducta de sus futuros empleados y tal vez es momento de que todos pensemos en ello antes de iniciar relaciones laborales con alguien; después de todo, lo que empieza bien, terminará del mismo modo.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba
Share via
Copy link
Powered by Social Snap