Telecomunicaciones: de lujo a necesidad esencial en la canasta básica
Por Alan Adolfo López, analista en Select:
En los últimos años, las telecomunicaciones han dejado de ser consideradas un lujo y han pasado a formar parte de las necesidades básicas de los hogares, consolidándose como un elemento clave dentro de la canasta básica no alimentaria. Esta transformación responde al cambio estructural en las dinámicas sociales, educativas y económicas, donde el acceso a la conectividad se ha convertido en un factor determinante para garantizar el bienestar y la inclusión de la población.
Tradicionalmente, la canasta básica evaluada por el CONEVAL contemplaba únicamente los bienes y servicios indispensables para la subsistencia física, como los alimentos, la vivienda, el transporte y la salud. Sin embargo, el avance tecnológico y la creciente digitalización han demostrado que el acceso a servicios como internet, telefonía móvil y telefonía fija es ahora fundamental para el desarrollo de las capacidades humanas. En este contexto, las telecomunicaciones han sido integradas en la canasta básica no alimentaria, al reflejarse como una necesidad que incide directamente en la calidad de vida de las personas y en su participación económica y social.
El cambio se ha visto acelerado por fenómenos globales, como la pandemia de COVID-19, que evidenció la importancia de contar con conectividad digital para acceder a servicios educativos, realizar trabajo remoto y mantener la comunicación a distancia. Para los hogares en situación de pobreza, la falta de acceso a servicios de telecomunicaciones limita el ejercicio de derechos fundamentales, como la educación y el empleo, profundizando la brecha de desigualdad. Por esta razón, la incorporación de las telecomunicaciones a la canasta básica refleja no solo un cambio en la forma de entender las necesidades esenciales, sino también un reconocimiento de su impacto en la superación de la pobreza extrema.
Desde 2020, se ha observado un aumento sostenido en la cantidad de dinero necesaria para cubrir la Línea de Pobreza por Ingresos, situándose por encima de la tendencia previa. La pandemia no solo generó presiones inflacionarias en productos esenciales, sino que también transformó las dinámicas del consumo en la era postpandemia como se observa en la figura 1.
Fuente: elaborado por Select con información del CONEVAL.
La transformación de las telecomunicaciones en una necesidad básica también resalta su papel como un multiplicador de oportunidades. El acceso a conectividad también fortalece la competitividad económica del país al integrar a más individuos en la economía digital. Además, el acceso a la información y a servicios digitales permite reducir las barreras de exclusión y cerrar brechas en zonas rurales y de alta marginación. Esto representa una oportunidad significativa para las grandes empresas del sector, como Telmex, Totalplay, Izzi y Starlink, entre otras. Este cambio refleja una mayor prioridad en el gasto de los hogares, lo que puede incrementar la demanda de servicios de conectividad, especialmente en segmentos poblacionales que antes no los consideraban accesibles o esenciales. Las empresas pueden beneficiarse al diseñar planes asequibles y personalizados que respondan a las necesidades de los sectores más vulnerables, permitiendo la expansión de su base de clientes. Además, el reconocimiento de las telecomunicaciones como una necesidad básica abre espacio para alianzas con gobiernos e instituciones públicas, facilitando la cobertura en zonas rurales y marginadas mediante subsidios o inversiones compartidas. En un contexto donde la inclusión digital es clave para el desarrollo social y económico, estas empresas tienen la posibilidad de posicionarse como actores fundamentales en la reducción de la brecha digital y en la generación de un impacto positivo tanto en la sociedad como en su propio crecimiento comercial.
Fuente: elaborado por Select con información del CONEVAL.
En conclusión, el reconocimiento de las telecomunicaciones como parte de la canasta básica refleja un cambio profundo en la manera de entender las necesidades esenciales en el mundo moderno. Ya no basta con garantizar el acceso a alimentos y vivienda; ahora es indispensable contar con servicios de conectividad que permitan a las personas educarse, trabajar, comunicarse y participar plenamente en la sociedad. Para la industria de telecomunicaciones, esto representa tanto un desafío como una oportunidad: asegurar que los servicios sean asequibles y accesibles para los sectores más vulnerables, contribuyendo así a reducir la brecha digital y a mejorar las condiciones de vida en el país.
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