Editorial

El acontecimiento

Cada vez que Microsoft anuncia que va a liberar una versión de sus sistemas operativos, suites de escritorio y demás componentes, se crea una atmósfera de expectación, debido a que el mundo tecnológico comienza a girar entorno a ellos.

Los fabricantes asociados de la compañía de Bill Gates actualizarán o crearán nuevas versiones de su software y hardware para adaptarlas en este caso a su nuevo sistema operativo. Después, Microsoft hablará de sus bondad, innovación y depuración tecnológicas. Por supuesto, inmediatamente organizará una reunión con distribuidores, en la que les señalará todos los bemoles habidos y por haber; márgenes, aspectos tecnológicos, nuevas capacidades y, mención infaltable, los nuevos programas de licenciamiento.
En poco tiempo, la compañía de las ventanas declarará que su nueva versión no tiene errores de ningún tipo por lo que será inmune a las vulnerabilidades venideras entorno a la seguridad.
El producto será analizado por especialistas, muchos de ellos hackers, quienes estarán a cargo de demostrar que siempre sí hay un espacio para trasgredirlo; al mismo tiempo, surgirán nuevos virus y una lluvia de comunicados de prensa opinando acerca del presunto problema, ya sea a favor o en contra.
Paralelamente, los apologistas de la piratería pondrán a la disposición de los usuarios la nueva suite (antes se habría declarado que la solución cuenta con diversos candados, lo cual hace imposible su copia; sin embargo, nunca debe menospreciarse la creatividad del mexicano, cuyos alcances en ese sentido son prácticamente ilimitados). Obviamente que la BSA, junto con los aliados unidos en contra de la piratería, llevarán a cabo una nueva cruzada y habrá redadas, multas cuantiosas y alguno que otro lastimado.
Finalmente se cerrará el círculo de la obsolescencia para formar uno más, el cual dará lugar a sistemas de cómputo e informáticos más robustos con las consabidas nuevas formas de hacer negocio. En este contexto, todo gira y gira entorno al acontecimiento que finalmente se volverá a repetir en uno o dos años más, para volver a formar una nueva cultura informática que se puede definir como una inercia cíclica e inevitable, igualmente predecible.

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