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Y, ¿Si ahora comienza a escasear la fibra óptica?

En poco menos de una década, las necesidades de conectividad en el mundo tuvieron un incremento exponencial, con un boom definitivo tras el confinamiento por COVID-19.  

El internet, todos los servicios de telecomunicaciones y de transformación digital sin excepción impactaron cada rincón en las esferas del trabajo, la educación y las actividades cotidianas y se transformaron igual que las empresas y ciudades en una necesidad ineludible. Este parteaguas en la dinámica mundial y regional (de la mano de conflictos como Ucrania-Rusia y otras coyunturas mundiales) han provocado fuertes cambios en industrias y cadenas de suministro provocando desabastos importantes que desbalancean el mercado y en el cual la adaptación rápida y la resiliencia es clave para empresas y gobiernos. La crisis de transporte y logística de materias primas, medicamentos o la escasez de chips son un excelente ejemplo de referencia. Y, me atrevo a decir, sin duda, que no estamos exentos ante la amenaza de una potencial crisis de desabasto de fibra óptica en Latinoamérica que impactaría a lo largo y ancho. 

Ante los muchos desafíos que el mundo está enfrentando, las telecomunicaciones siguen en el ojo del huracán pues la demanda en las necesidades de conectividad se ha disparado y no pararán. La modernización de redes de comunicación, el acceso a internet para toda la población es ya fundamental por el impacto probado en la educación, las industrias y el desarrollo económico de cualquier país o ciudad. Incluso, de cara a los nuevos paradigmas de la era de la conectividad como los recientes despliegues de redes móviles 5G, el tan ansiado y complejo metaverso, el internet de las cosas, las nuevas plataformas de contenido y videostreaming, nube hibrida o el mismo WiFi6, entre otros. 

Pero, nos hemos puesto a pensar ¿qué pasaría si en Latinoamérica comenzara a faltar también el insumo clave que hace posible la comunicación y la conexión?  

Según medios como el Financial Times, el mundo se enfrenta a una escasez de cables de fibra óptica, lo que hace que los costes en América Latina, y especialmente en países de Europa, se disparen y las regiones más afectadas por la escasez de fibra sean Europa, China e India. Datos recientes de la empresa de información comercial Cru International, señalan que el consumo de cable de fibra óptica crecerá un 8,1% en la primera mitad de 2022.  

Sorprendentemente nunca nos detenemos para reconocer que esa “sencilla” fibra óptica es el poderoso medio de transporte que hace posible que la luz viaje y transmita voz, datos y videos a velocidades cada vez más rápidas. Es decir, que esa pequeña parte sea responsable de que puedas hacer una video llamada al otro lado del mundo con tu persona favorita, usarla en sistemas electrónicos de seguridad, que un nuevo cable submarino en el fondo del mar pueda conectar continentes o sea capaz de realizar cirugías mínimamente invasivas a través de un endoscopio médico, o hacer diagnósticos a través de las fotografías que el cable óptico toma de nuestro organismo. 

Y es que, la fibra óptica y el propio cable de fibra óptica en sus diversas aplicaciones no es una cosa simple de fabricar, elementos muy especiales como la aramida, el aluminio, arenas especiales, gases pesados como el helio -que aumentó de precio un 135 % en comparación de marzo del año 2021- y el tetracloruro de silicio, elemento fundamental para la producción, han incrementado su costo total hasta en un 50% a causa de los cierres y cambios en plantas en E.U.A. y Rusia.  

Así pues, la escasez de componentes y la creciente necesidad de conectividad son una mala combinación. Según cifras recientes, a nivel mundial se estima que el kilómetro de cable de fibra óptica ha pasado de USD$3,67 a USD$6,24 un salto de 70% adicional vs precios en marzo de 2021. Y, más complejo aún, los plazos de entrega en general se han duplicado en donde para algunos fabricantes llegan a ser de 20 semanas a un año, con posibles costes extra según factores externos variables. 

Prysmian Group, como proveedor de sistemas de cableado para el sector energético y de las telecomunicaciones, ha asumido este reto con mucha responsabilidad y compromiso garantizando el abasto de cable de fibra óptica para los proyectos de sus clientes en la región gracias a una fuerte estrategia en Latinoamérica soportada por inversiones no solo en investigación y desarrollo sino también en Plantas Productivas de fibra óptica local en México y Brasil. 

Adicionalmente, hemos logrado un rápido y sano balance de una cadena de suministro cada vez más diversificada y mucho foco en la calificación de proveedores de materia prima en línea con los objetivos de sostenibilidad de la empresa. A la cadena de suministro hemos apostado una estrategia muy exigente de dual o triple sourcing, sumando en el último año a más de un centenar de nuevos proveedores calificados en diversas partes del mundo (sobre todo en la región del Medio Oriente y otros países como España, Turquía, Alemania, India, China, Malasia, Baréin, Omán y Venezuela) De igual forma hemos definido nuevas rutas de distribución y flujos marítimos para mantener un óptimo nivel de entregas al mercado y cumplir los compromisos actuales y venideros que nuestros clientes nos han confiado. 

En el caso de América, la demanda de estos cables de fibra óptica se ha proyectado a tal escala que a inicios de 2023 se apertura la expansión de la segunda planta de producción de fibra y cable de fibra óptica de Prysmian Group en Durango, México, con una inversión anunciada de 23 millones de dólares en donde más de 80 nuevos colaboradores están capacitándose en las mejores prácticas de fabricación para  lograr transmisión de alta capacidad en cada kilómetro de cable de fibra óptica de nuestra marca Prysmian.  

 

*El autor es Director de Procurement en Prysmian Group, América Latina.

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