Editorial

¿Evolución, involución o retroceso?

En tiempos de dificultad no falta quien quiera imponer su verdad a quienes lo rodean. La industria de tecnologías de información y comunicaciones no es la excepción, pero debería serlo; al fin y al cabo, en esta era de la información y el conocimiento, los creadores y usuarios más poderosos de tecnología no debían dejarse encandilar por los reflejos de espejitos de latón.

Y esto no debe ser así por una sencilla razón: cada distribuidor, integrador, desarrollador de aplicaciones, revendedor de valor agregado, cada gente como usted, amable lector, es un empresario mexicano que debe resolver su problemática y aprovechar las oportunidades de negocio que busca y encuentra. Por ese motivo no puede verse obligado,  por esos agoreros de los mercados, quienes pretenden constreñirlos a una realidad que no es suya, que pretenden ajustarles los trajes a la medida de grandes corporativos globales, pero que van muy ajustados o muy amplios para las realidades de nuestro mercado.

 

Esos alucines que consultoras osan exponer: el canal no se encuentra a la altura de las mejores prácticas, como los fabricantes sí. ¿Y quién será el responsable de semejante barbaridad? ¿El canal que no se puede ajustar a márgenes miserables dentro de los esquemas del fabricante o el mismo fabricante que habla pero no actúa?

 

El distribuidor mexicano tiene todo el derecho de buscar su rentabilidad y lograrla como mejor pueda, así sea en detrimento de ciertos elementos en la cadena que no terminan por entender que la rentabilidad de las empresas de toda la cadena de tecnología debe prevalecer ante el simplísimo resultado inmediato de alcanzar cuotas cada trimestre.

 

En la medida en que los criterios impuestos quieran encadenar a un libre emprendedor a un simple logro de metas sin ajustarlo a la realidad local, de esa misma manera no se alcanzarán los sueños de opio de las empresas. Se requiere de serios ajustes y cambios en el canal, que permitan a todos sus integrantes alcanzar la rentabilidad.

 

Vociferar no logra nada y el canal necesita más que eso, se requiere de rentabilidad y alcanzar un comercio justo, donde todos ganen. A esas prácticas, en mi pueblo se les llama patear el pesebre.

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