Columnas

Por muchos años más

El tiempo ha pasado, la industria se ha transformado, llegó Internet, llegaron muchas tecnologías más, el mercado se complicó, a veces se pulverizó; sin embargo, la constante de todo este tiempo han sido, precisamente, los distribuidores.


Un poco antes del lanzamiento de PC Semanal (título original de esta publicación), el mercado se encontraba en franca ebullición. Los “distribuidores” eran empresas que se aventuraban por el intrincado mundo de vender “soluciones” en informática, cuando en realidad casi nadie sabía qué era eso. La oferta era más bien ofrecer PC, en algunos casos conectadas en red y eso era todo. Las aplicaciones de software nacional hacían sus pininos y se podía decir que estábamos frente al nacimiento de una nueva forma de hacer negocios.


 


Desde aquellas épocas y un poco antes, la figura del distribuidor siempre ha estado en tela de juicio, ya que año tras año, reunión tras reunión, se llegaba a la misma conclusión: los distribuidores van a terminar por desaparecer. El tiempo ha pasado, la industria se ha transformado, llegó Internet, llegaron muchas tecnologías más, el mercado se complicó, a veces se pulverizó –hoy vemos PC hasta en los supermercados–; sin embargo, la constante de todo este tiempo han sido, precisamente, los distribuidores.


 


¿Qué magia tienen? Digo, algo han de hacer para que los fabricantes dependan de ellos en muchas ocasiones para hacer grandes –o pequeñas– ventas. Los modelos de venta directa están ahí, continuarán, pero los clientes, sobre todo fuera de las grandes ciudades, siguen buscando el ingrediente que de repente se ha perdido: confianza. Con el mercado invadido de “cajas blancas”, el distribuidor juega un papel estelar. ¿A quién le voy a comprar las siguientes máquinas? Por supuesto, a la persona que conozco, que vive y trabaja por mi rumbo y a quien yo sé estará ahí para cuando algo se ofrezca. Se puede comparar un poco con el médico de la familia, generalmente de confianza y acertado en su diagnóstico. Así, el distribuidor recibe también llamadas a horas inoportunas: “…es que ya no prende la máquina…”.


 


Hoy no se puede pensar en un negocio sin el ingrediente tecnológico, desde simples PC hasta sofisticadas soluciones mucho más integradas. Hemos sido testigos y hemos leído en estas páginas cómo algunas firmas han hecho más eficientes sus operaciones. Recuerdo las primeras veces que uno se podía “conectar” al sitio web del mayorista para, ya no digamos hacer pedidos, sino simplemente conocer existencias y saber qué vender. En sus inicios, PC Semanal ofreció acceso vía módem a un sistema de boletín electrónico llamado SPIN, donde se podía tener “interacción con los periodistas”. De vanguardia y adelantado a su tiempo, a través de este sistema muchos conocieron por primera vez lo que era un módem. El tiempo pasó, todo evolucionó y hoy tenemos un mercado orientado a la conectividad. Vaya, una PC sin conexión a la red se considera “obsoleta”, aunque sea nueva. Me tocó escribirlo hace ya muchos años, “una PC sin módem no sirve para nada”. Y aunque ahora el módem ya está de salida, por las conexiones de banda ancha, el concepto sigue siendo válido.


 


¿Qué sigue? Más y mejores negocios para casi todos. ¿Casi todos? En efecto. Aquel distribuidor que no siga evolucionando con el mercado se quedará ahí, estancado, viendo cómo el vecino –la competencia– le come el mandado. La necesidad de información por parte de los que se dedican a vender tecnología es mucho más alta que la de los clientes. El distribuidor que sobreviva muchos años más debe estudiar, analizar, tomar certeras decisiones, encontrar socios a su altura, pero antes que nada, debe entender que es un sujeto que, al final de cuentas, generará confianza entre sus clientes.


 


Todavía estamos en los albores del desarrollo tecnológico. Por más fantástico que nos parezca poder tener una conexión de banda ancha a través del celular, por ejemplo, nada se compara con lo que vendrá. Con la movilidad como principal ingrediente, digamos que estamos pasando de la infancia a una etapa de crecimiento en todos sentidos. Con Internet como el ingrediente principal, el futuro es totalmente promisorio. Un poco de buena suerte y la acertada toma de decisiones son dos elementos que asegurarán nuestra existencia por muchos años más. ¿O no?


 


 


* El autor ha sido periodista de tecnología durante poco más de 20 años. Ingeniero de profesión y decano de Internet en México, fue director editorial de PC Semanal y hoy colabora en Dommo, uno de los programas radiofónicos de tecnología de más impacto en México.

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