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Un NAP, impacto nulo en los precios al usuario

Si se llegase a contar con Network Access Point en México, el impacto en los bolsillos de los usuarios finales sería casi imperceptible; no obstante, los beneficios en cuanto a ancho de banda serían sustantivos.

Carlos Silva *
Segunda y última parte
Al ser una meta prioritaria para el Estado llevar los beneficios del acceso a los servicios de Internet a más mexicanos, es natural enfocar esfuerzos en cualquier iniciativa que haga los servicios más accesibles reduciendo los costos de la infraestructura.
Partiendo de que un (Network Access Point) NAP en México sería la mejor forma de lograr eficiencias en costos, las defensas más encendidas a favor de un de esta iniciativa se han dado en ese sentido: “Propuestas específicas para contar con un acceso a Internet más rápido y más barato: Promover la creación de un nodo de acceso a Internet (NAP) en el país”.
“(Un NAP) … reduciría el volumen de tráfico sujeto al esquema internacional de acuerdos entre redes pares (peering), reduciría los costos asociados al acceso a Internet en México y las transferencias mexicanas de pagos a Estados Unidos”.
Es muy probable que los acuerdos actuales de “peering” hayan tenido un efecto de reducción en los costos de los operadores nacionales y que estos hayan tenido influencia la estrepitosa caída de los precios de accesos dedicados a Internet que se dio entre el año 1999 y el 2002.
A pesar de lo anterior, es importante considerar que con los primeros acuerdos de interconexión en México, coincidieron también un aumento temporal en la oferta de ISP (con la entrada de nuevas empresas como Teleglobe, MCM, Telefónica Data, etcétera.) y una significativa disminución en la demanda por la recesión mundial que tuvo su primera manifestación en una baja en la demanda de bienes y servicios tecnológicos. El impacto real de los acuerdos de “peering” en los costos de los operadores en México es aún materia para futuros estudios.
Por otro lado, de nuevo se comete el error de comparar el mercado de accesos dedicados para uso de negocios con el mercado de accesos destinados al consumidor; es decir, cualquier posible variación en el costo del tránsito de los proveedores de acceso es sólo un factor más entre varios (costos de marketing, operación de un centro telefónico, de servicio al cliente, etcétera.) que determinan el precio final de servicios al consumidor.
Conclusiones finales
El modelo de uso de NAP como elementos integradores de redes dorsales de Internet mostró ser exitoso en la coyuntura que representó la desaparición del “backbone” de la NSFNet en los Estados Unidos y la posterior “privatización” de la red. El modelo es ya, sin embargo, obsoleto y los grandes operadores han favorecido más la interconexión directa de sus redes en puntos privados.
La creación de un NAP mexicano se plantea fundamentalmente como mecanismo para interconectar las redes de los operadores mexicanos de “backbones” de Internet, planteándose como meta última reducir los costos del acceso para hacerlo más asequible.
En la práctica y una vez que los operadores ya se han interconectado sin requerir la intervención del estado, invertir recursos públicos del proyecto eMéxico en la construcción de un NAP es una distracción de la meta de llevar conectividad a localidades remotas y una acción que minaría los, de por sí limitados, esfuerzos para hacer disponibles los servicios de Internet a más mexicanos.
No es posible, por otro lado, suponer que establecer un NAP pueda obligar a su uso por parte de los operadores. La regulación actual no establece obligaciones en el particular y aún cuando se propusieran reformas, es importante recordar que una regulación laxa ha permitido el desarrollo del sector y es primordialmente responsable de un esquema competitivo que ha influido en la baja de precios de servicios.

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