Editorial

El día que se cayó el Messenger

El pasado 25 de febrero una falla en el sistema  de autenticación de Windows Live presentó problemas, afectando a decenas de millones de usuarios de MSN Messenger alrededor del mundo.

 No es la primera vez, una situación semejante ocurrió cinco años atrás. En ambos casos existe una constante, sólo es noticia del día. Pero, pensemos: ¿Sabe cuántos negocios germinan en charlas por esta vía? ¿Cuántas empresas ahorran miles de pesos en larga distancia? ¿Cuántos medios de comunicación solicitan datos por este sistema?

Exacto, eso es la mitad del problema: no lo sabemos. La otra mitad es que al ser un servicio gratuito nadie se queja, no se cuantifican las pérdidas –de haberlas– por esta incomunicación. Por desgracia, el hecho de que el Messenger no tenga costo tiene otras complicaciones, como la falta de seguridad o, mejor dicho, la ausencia de encriptación de los mensajes que por ahí se envían.

El círculo se empieza a cerrar. Obviamente Microsoft gana suficiente dinero por la publicidad que aparece en su mensajero como para pensar en cobrar por un programa de mensajería robusto y compatible con su red de más de 450 millones de usuarios, de los cuales muchos preferirían el viejo mensajero, pero con seguridad adicionada.

En tanto, existen alternativas en el mundo del software que sí permiten la encriptación de datos y algunos de ellos pueden comunicarse con la red de MSN, así como seguramente hay quienes ya están ganando dinero con estas soluciones.

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