Columnas

Al ataque de la basura tecnológica

En México, los usuarios cambian su computadora aproximadamente cada tres o cuatro años y su celular cada año y medio, en promedio

 

Seguramente muchos usuarios de tecnología recuerdan cómo era su primera computadora –de marca original o ensamblada–, su primer teléfono celular y, desde antes, su primera televisión o su primer equipo de sonido casero; ¿pero se habrán preguntado alguna vez a dónde fueron a parar esos viejos aparatos, si es que no los tienen todavía guardados en el cuarto de trebejos?


 


De acuerdo con El manual de la basura electrónica. Una contribución para una sociedad de la información sustentable, publicado por la Secretaría de Asuntos Económicos del Estado de Suiza en 2003, más de 5% de los deshechos sólidos generados en el mundo son electrónicos. Concretamente, entre 20 y 50 millones de toneladas, según un reporte emitido en 2005 por el Programa del Medio Ambiente de la Organización de las Naciones Unidas.


 


Y no es para menos: Gartner reportó que en 2004 se vendieron 183 millones de computadoras y 674 millones de teléfonos celulares en todo el mundo. De estos últimos dispositivos, a la fecha, existen en uso más de mil millones en el ámbito global, 100 millones en América Latina (de acuerdo con cifras estimadas por la industria, reportadas por ReCellular, empresa dedicada al reciclado de dichos equipos en Estados Unidos) y 43.4 millones en México hasta 2005, según Select.


 


Por su parte, IDC dio a conocer que en nuestro país el año pasado se vendieron más de 652 mil computadoras de escritorio y 125 mil portátiles (y estima que en 2006 se venderán alrededor de 100 mil más de ambas), en tanto que, de acuerdo con Pyramid Research, las ventas de teléfonos celulares alcanzaron los 20 millones de unidades, también en 2005.


 


Antimonio, arsénico, berilio, cobre, cadmio, plomo, fósforo, zinc, mercurio, retardantes de fuego con bromo y PVC (que tiene cloro) son algunos de los elementos tóxicos que contienen indistintamente computadoras y celulares.


 


La necesidad de actualización que generan los mismos fabricantes de equipos a partir de la incesante evolución tecnológica provoca que los periodos de sustitución de los mismos se reduzcan cada vez más: en México los usuarios cambian su computadora aproximadamente cada tres o cuatro años y su celular cada año y medio, en promedio.


 


La basura tecnológica que generamos se está incrementando a ese mismo paso –la mayoría de equipos en desuso se guardan o se tiran– y las políticas que algunos gobiernos del mundo, organizaciones y fabricantes han lanzado para combatir ese problema (como la Convención de Basilea www.basel.int/text/con-e.htm, las Directivas de Desperdicio de Equipo Eléctrico y Electrónico (WEEE, por sus siglas en inglés) y de Restricción de Sustancias Peligrosas (RoHS, por sus siglas en inglés, de la Unión Europea) son insuficientes.


 


No basta con que se prohíba convertir a los países en desarrollo (sobre todo asiáticos, donde es más barato confinar desechos e incluso llega a ser negocio para ellos) en basureros electrónicos de las naciones desarrolladas, como lo ha denunciado la organización Greenpeace. Ni con que los fabricantes manufacturen sus productos con materiales no tóxicos y “reciban” los equipos que desechan sus clientes.


 


Tanto fabricantes como mayoristas y canales de distribución tienen en sus manos el poder de recopilar los equipos descontinuados de sus clientes y reciclarlos o desecharlos debidamente, así como los usuarios, el de incrementar su tiempo de vida útil, donarlos o devolverlos a la fábrica de donde salieron.


 


Tomemos conciencia de este problema y diseñemos iniciativas o reforcemos las ya existentes para combatirlo, antes de que rebase nuestras posibilidades de superarlo. Este planeta es el único que tenemos para vivir, por ahora. (Con información de la investigadora ambientalista Marisa Jacott)


 


*La autora es periodista especializada en tecnología, con más de ocho años de experiencia, egresada de Ciencias de la Comunicación de la UNAM. Actualmente se desempeña como editora asociada de la revista Red y desarrolla contenido para otros medios de tecnología. Colaboró en PC Semanal (hoy eSemanal) de 1998 a 2000 como reportera de redes, telecomunicaciones e Internet.

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