Columnas

Inseguridad deducible

Debemos rechazar la deducibilidad en la seguridad, porque causaría lo contrario. Existen otras soluciones.

Uno de los problemas que aquejan a la industria de TI es el de la seguridad en todos sus aspectos. Resulta necesario buscar propuestas y alternativas para mejorar en este aspecto.
Al respecto del tema de la inseguridad en la industria, la Cámara Nacional de la Industria Electrónica, Telecomunicaciones e Informática (Canieti), en voz de su presidenta, Teresa Carrillo, propuso “ver la posibilidad de una deducción de estos gastos (de seguridad) que son verdaderamente importantes”.
Esta lógica para promover una deducción fiscal de los gastos de seguridad tiene sólido argumento, en apariencia, pero con peligrosas e indeseables consecuencias.
De acuerdo con cifras ofrecidas por Canieti, en el 2004, el gasto de las escoltas de los camiones que llegan con equipo representó casi $55 millones de dólares, sólo en un clúster del sector de TIC.
Los problemas de inseguridad, sin duda, incrementan los costos ya que se paga varias veces por el mismo servicio de seguridad, primero en impuestos que se destinan a las fuerzas del orden y, posteriormente, en un sobreprecio para la vigilancia en el transporte y nuevamente en la tienda.
Así pues, ayudar a los negocios y empresarios a reducir sus costos al deducirlos de impuestos, mejoraría la competitividad del país ya que impactaría positivamente en el precio que el consumidor final paga por los productos y servicios.
Esto tendrá un impacto en los ingresos del erario público quien se vería obligado a recortar montos en los presupuestos de seguridad.
Al reducir el presupuesto de seguridad y al aplicar un incremento en la demanda de seguridad en las empresas será necesario que aquellos que menos tienen vean reducidos sus recursos para la seguridad y, entonces, buscarán mecanismos alternos para protegerse.
Es decir, la deducción de la seguridad sería equivalente a privilegiar a los que más tienen, a costa de desproteger a aquellos que menos tienen.
En el corto plazo resolvería el problema, pero en realidad acentuará la violencia y crimen en el largo plazo al fomentar una sociedad profundamente dividida que requerirá de mayor inversión en seguridad privada.
Lo anterior ocasionaría incrementos de precios en un círculo vicioso llevado al infinito. Los delincuentes lograrán ser más competitivos y las empresas de seguridad continuarán en una carrera armamentista.
Debo exponer respetuosamente, pero con firmeza, mi más profundo rechazo a esta propuesta porque es justo lo que debemos evitar.
Debemos encontrar fórmulas para que aquellos que se encuentren en la pobreza tengan alternativas para una vida mejor. Eso reduciría sensiblemente el riesgo de inseguridad en nuestra sociedad.
Por ello se hace necesario exponer una solución alterna para lograr el objetivo de mejorar la seguridad para la industria de TI en México.
Esta propuesta es más compleja y requiere que trabajemos juntos:
Primero es necesario reconocer que muchos países de toda la región están siendo rebasados y no han podido ofrecer seguridad a sus ciudadanos. Por lo que las empresas de TI deben demandar que los gobiernos sean proactivos en la seguridad y fortalezcan las instituciones de seguridad al ofrecerles los recursos para beneficiar a toda la sociedad.
El siguiente paso es tomar medidas que reduzcan los costos de seguridad sin dejar de insistir en que los gobiernos asuman su responsabilidad de brindar un entorno social seguro, mejorar los presupuestos y recursos disponibles en las instituciones de seguridad pública, a las cuales debemos apoyar y obligar a crear mecanismos que permitan mantenerlas, sin olvidar que la seguridad pública y privada trabajen juntas en un mismo equipo.
En el largo plazo es necesario comprender que la verdadera raíz del problema se encuentra en la pobreza, y debemos solucionarla. Es nuestra responsabilidad como humanos.
Muchas de las empresas que reclaman seguridad deben también exigirse a sí mismas un auténtico compromiso a programas para lograr el cumplimiento de las metas del milenio (ONU), sin olvidar que debe volverse una norma hacer comercio justo con los proveedores y clientes.
Hagamos lo correcto y trabajemos juntos por crear un mundo mejor para todos, evitemos la tentación de encerrarnos entre muros y guaruras para tener, en soledad, una supuesta seguridad, porque siempre será mejor convivir juntos en una auténtica libertad.

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