Columnas

¿Empresarios improvisados?

En el mundo de la música existen cantantes efímeros que basan su éxito en una sola canción, pero no tienen el talento necesario para hacer una carrera. Con los empresarios sucede lo mismo, hay algunos que sólo quieren explotar el momento, esos son simples improvisados. ¿Usted pertenece a esa escala?

En alguna ocasión escuché al músico Billy Joel en una conferencia grabada de un programa televisivo dirigido a universitarios estadounidenses. El título de la conferencia era: “La manera correcta de componer buena música”, utilizando la originalidad, la creatividad y la correcta expresión del lenguaje musical, hablado y corporal.
Me llamó la atención que el señor Joel, además de buen músico, es un excelente orador. En una parte de su ponencia criticó con muy buen humor, a los “músicos” que componen canciones basadas en tres acordes sencillos y una letra obscena que carece de mensaje o historia que sin embargo se convierten en éxitos mundiales que generan millones de dólares. Además Joel no tuvo empacho en afirmar que “los especialistas en hacerlo son los roqueros”.
¿Aldea global?
Cabe recordarle al señor Joel que el rock es, desde sus inicios, un movimiento cultural con base en las células más alejadas de la moda y profundas de la sociedad y casi siempre ajeno al consumismo y la censura. Para el rock los temas fundamentales son los que trata cualquier periódico, pero con una visión crítica de los hechos acompañada por una propuesta de acuerdo al lugar del planeta en que se desarrolle la música.
Lo anterior convierte a este género y sus seguidores en lo más cercano a la “aldea global” que pretenden los gobiernos, pero vista desde el punto de vista social, moral, ambiental, religioso, etcétera. y no meramente económico. Aunque reconozco que falta talento musical en muchos exponentes de este género que han encontrado en el rock la manera más fácil de librarse de sus complejos y al mismo tiempo alcanzar el reconocimiento y entregarse libre y públicamente a los excesos que la fama “permite y demanda”.
Ahora, los empresarios
Así como en la música, en el mundo de los negocios existen también una gran cantidad de empresarios improvisados que emprenden un negocio con el mínimo de conocimiento requerido. Estos personajes logran el éxito durante algunos unos años realizando el menor de los esfuerzos por satisfacer las necesidades de sus empleados y clientes y utilizando las utilidades para cubrir las propias fuera del ámbito empresarial.
Cuando a un músico que carece de bases se le agota la mina de oro que le dio una canción famosa, y el hambre ya venció a su soberbia, es entonces cuando busca la ayuda de un representante. Al empresario le sucede lo mismo cuando se acerca al mundo de la mercadotecnia por medio de consultores, agencias de publicidad y relaciones públicas.
He tenido la oportunidad de trabajar con estos dos tipos de personajes y el fenómeno es prácticamente el mismo: Ambos creen que su nombre ya está cimentado y que simplemente necesitan una “pequeña ayuda” para regresar al camino del éxito.
Lo primero que dicen es “yo no sé por qué está pasando esto, si llevo 5 o 10 años haciendo lo mismo que me llevó al éxito”.
Si el concepto de éxito es ganar dinero con base en el mínimo esfuerzo y, en el mejor de los casos con una instrucción básica, no hay duda que de estos personajes está lleno el mercado mexicano.
Es por eso que empresas como Bimbo, Cemex y el Grupo Modelo (por citar algunas) son un estandarte de la manera en cómo se deben hacer las cosas para alcanzar el verdadero éxito; es decir, el que está basado en preparación constante, en ideas bien estructuradas y argumentadas, en satisfacer necesidades internas y externas a gran escala y, sobre todo, en la auto-renovación constante.
Pseudo empresarios
No podemos olvidar que el mundo actual, y el del mañana, se rige por la ley de la obsolescencia. Si un profesionista debe actualizar sus conocimientos año con año, para alguien que no tenga esa preparación, se vuelve una necesidad imperiosa. Si un disco es una manera artística de expresarse, un negocio es la forma social de hacerlo.
Si les propusiera grabar un CD y hacerse famosas y ricas –aunque fuera por un muy corto lapso de tiempo– a 10 personas diferentes, le apuesto que nueve aceptarían aunque no tuvieran el mínimo de preparación para hacerlo. Esa falta de honestidad es la que tiene inundado el mercado mexicano de pseudo-empresarios que buscan la satisfacción de sus propias necesidades antes que las de sus clientes, sus empleados, su ciudad y su país.
Lo invito a componer la sinfonía de sus necesidades personales y profesionales preparándose lo mejor que pueda, dejando a un lado la soberbia de conocer sólo tres acordes básicos del éxito pasajero, que no es otra cosa que mediocridad.
Saludos y ¡hasta la próxima!

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