Columnas

Los mexicanos somos…

Las instituciones y los procesos sociales que rigen a este país, no han llevado a perder la libertad de pensar. Por ello, somos desidiosos, incapaces de trabajar en equipo y altamente inconsistentes. El verdadero “cambio” va más allá de un eslogan político; implica ver nuestras carencias como personas y empresas.

Los mexicanos nos hemos acostumbrado a escuchar la misma frase cada vez que las cosas no salen como nosotros queremos en el gobierno, el deporte, la empresa e, incluso, la familia: “la importancia de las instituciones rebasa a los individuos que las conforman”. Lo que me lleva a reflexionar: ¿No somos los individuos quienes le damos vida a las instituciones y, por ende, a las sociedades?
A menos que la palabra “individuo” haya cobrado el significado que antes se le aplicaba a la palabra “masa” en los últimos tiempos, vivo en un completo error y en un país equivocado, ya que los defensores de las instituciones (llámense empresas, secretarías de estado, clubes de futbol o familias completas) se han convertido en opresores de los individuos para manipularlos a su antojo y quitarles su más preciado derecho: la libertad de pensar.
¿Qué es la libertad de pensar?
Como en el pensar va implícito el sentir y, por ende, el actuar (porque sino de nada serviría hacerlo). Nos hemos convertido en una sociedad enferma de mediocridad y de falta de respeto a nuestros semejantes. Es muy fácil: no pensamos, por lo tanto sentimos… Pero, ¿qué sentimos? Lo que nos lleva a no saber actuar.
Es decir, no saber tomar decisiones bien fundamentadas. Razón por la cual nuestra sociedad está sumida en el caos del “no sé lo que quiero”.
¿Se ha preguntado alguna vez para qué trabaja? ¿Cuál es el principal objetivo de levantarse todos los días? Peor aún, ¿se lo ha preguntado a su equipo de trabajo?, ¿habrán pensado alguna vez en ello?
A continuación, algunas de las características de nuestra sociedad mexicana que son verdaderas áreas de oportunidad para lograr ese anhelado “cambio” como individuos, como empleados y como sociedad:
· Puntualidad: Es el respeto máximo del tiempo de los demás. Debemos de organizar mejor nuestra vida y nuestro trabajo, de manera que nos alcance el tiempo para todo. Si no podemos cumplir con algo, no nos comprometamos.
· Trabajo en equipo: No sabemos ayudarnos unos a otros y compartir responsabilidades y triunfos. Al contrario, hacemos lo imposible para que el de al lado no sobresalga y nosotros llevarnos los aplausos. ¿Porqué los mexicanos triunfan en box, caminata y atletismo, y no en futbol, basquetbol, nado sincronizado, etcétera.?
· Disposición al cambio: Maquiavelo decía, “aquel a quien no beneficie el cambio, estará siempre en desacuerdo con él”. A los mexicanos no nos gusta adaptarnos a otras circunstancias, le tenemos terror. Debemos ser conscientes que en la actualidad lo único permanente es el cambio. ¿Cuánto duró su último jefe en el puesto y qué pasó en su área cuando llegó el nuevo patrón?
· Desidia: Los mexicanos somos los “hombres del mañana”. ¡Todo lo dejamos para mañana! No somos capaces de hacer en el momento lo que tenemos que tenemos que hacer. Siempre dejamos las cosas para después y comenzamos a hacerlas cinco minutos antes del límite. Por lo tanto, las cosas salen siempre mal. Seamos responsables de las cosas en su justo momento y respetemos nuestro trabajo y el de los demás, así jamás saldremos tarde de la oficina.
· Constancia: Nuestra enorme flojera nos convierte en desesperados. Queremos que las cosas sucedan en el momento, pero no hacemos nada por que así sea. Seamos constantes y trabajemos planeando a mediano y largo plazos. Sólo así construiremos mejores empresas, mejores sociedades y un mejor país.
· Honestidad: Como siempre queremos el camino fácil caemos rápidamente en actos de corrupción, de robo, etcétera. Asimismo, no encontramos valor en aquello que nos cae por esa vía. Luchemos y valoremos nuestros logros.
· Proactividad: Es la mejor manera de responder a un entorno cambiante. Hagamos las cosas sin que nadie nos diga, pensemos en el futuro y adaptémonos a él si quejas, pero siempre con la total responsabilidad de nuestras decisiones.
Estas, entre muchas otras, son parte de las responsabilidades que tenemos para hacer de México un país productivo y rico en industria e individuos. No nos conformemos con votar en elecciones ni confiarle nuestra vida a nuestro jefe directo o a nuestros gobernantes. El verdadero cambio está en nosotros, en nuestra mente, en nuestro corazón y en nuestras propias manos.
Saludos y ¡hasta la próxima!

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